Por su interés periodístico, GEOES 21 reproduce la entrevista realizada por “El Faro de Vigo” al escritor Rafael L. Torre


El periodista y escritor Rafael L. Torre ha participado en las “Xornadas-Reecontro coa Historia de Marín” con un simposio sobre dos de sus crónicas, “La obra faraónica de la ENM” y “El cambio social que trajo la llegada de la Armada a Marín”. Ambas están recogidas en el volumen “La Escuela Naval Militar. De San Fernando a Marín. 1943-2023”, con textos de Manuel Cendán Vilela y él mismo.

"Juan Luis Sobrino fue quien más abrió las puertas de la Escuela a la sociedad y forzaba a su equipo directivo a participar en actos donde invitaban a personas de fuera, incluso, para que conocieran las dependencias”

Hace 80 años que se traslada a Marín la ENM de San Fernando, ¿por qué dice que fue una obra faraónica?

-La Escuela Naval se construyó en solo cuatro años, entre 1939 y 1943. En esa época había poca técnica o aparatos y pesó la mano de obra. Llegué a manejar un documento de la época que hablaba de más de mil personas trabajando en la construcción de media en esos cuatro años. Hubo épocas en las que superaron los dos mil. Esto supuso para Marín y Pontevedra mucho trabajo y salario para el entorno, de donde salió tanto personal como la piedra o la tierra, también la fábrica de cerámica del puente de A Barca. La prueba de que el proyecto fue bueno es que el Colegio de Arquitectos de Pontevedra en 2003 eligió la Escuela Naval como obra de estudio.

¿Cree que se ha estudiado bastante la historia de este enclave?


-No mucho, y es por culpa de la época. Se decide construir la Escuela Naval en el 38, en plena Guerra Civil, y no hay grandes expedientes de tramitación, como mucho alguna autorización. En toda esa época, Pontevedra no tiene un periódico más que el “Faro de Vigo” que entonces d tenía una pequeña corresponsalía, por tanto las cosas que podían ir pasando en la escuela no salían en ningún lado. En 2003 se hizo un libro a partir del hallazgo de unos planos originales de los años treinta, el único libro de la historia de la Escuela. Lo que hay son monografías de marinos que pasaron por allí. De padres a hijos, los que allí vivieron fueron contando lo que fue ocurriendo, por eso cada pequeño hallazgo es una reliquia para documentar.

Siguiendo con el título de las dos crónicas, ¿qué cambios sociales trajo consigo la Escuela en los años cincuenta?

-Fueron muchos, muy impresionantes. Gracias al flujo de personas de la Escuela Naval se puso en marcha la segunda línea de trolebuses de dos pisos que hubo en España, que conectaba Marín con Pontevedra, y vinieron directamente desde Inglaterra. En el mismo año en que se inaugura la Escuela también se abre el primer cine importante de Pontevedra, el cine “Victoria”, que traía no solo las mejores películas sino también espectáculos de variedades y teatro. Tuvo tanto éxito que se puso en marcha una segunda sala, el cine “Malvar”. En Pontevedra también se abre el “Urquín”, un sitio de restauración que se adelantó a su tiempo: café, mesón y sala de fiestas, para estar al nivel de los oficiales de la Naval. Había bailes y fiestas todos los fines de semana, y en el tiempo duró cuatro años porque se arruinó por insostenible. También hubo un convenio con el Liceo Casino para usar el parque de verano de Mollabao, enfrente de donde están los chalés para los marinos. Hay también otra cosa muy divertida que me contaron dos señoras, y es lo llamativas que eran las mujeres de los oficiales de la Escuela de Marín. Fumaban cigarros rubios americanos que venían en el “Elcano” cuando aquí estaba mal visto que las mujeres fumasen. Además, se llevaron a las mejores chicas de servicio que había en Pontevedra, porque ellas pagaban mejor.

Ochenta años después, ¿sigue vigente esta emblemática institución?

-La época actual es completamente distinta al esplendor de los inicios, concretamente desde que empieza la universidad de aquí. Ese es el corte más importante que sufre la trayectoria de la escuela desde sus orígenes.

¿Qué otros cambios recientes ha notado?

-Es verdad que, en comparación con otros cuerpos de Defensa, la Marina siempre tuvo especial fama de liberal. Entre los 80 y los 90 entraron las primeras mujeres en la Marina, por ejemplo. Los últimos años, aparte de haberse abierto a la Universidad, el director Juan Luis Sobrino fue quien más abrió las puertas de la Escuela a la sociedad y forzaba a su equipo directivo a participar en actos donde invitaban a personas de fuera, incluso, para que conocieran las dependencias.

Y para usted, ¿qué trascendencia ha tenido la Escuela Naval de Marín?

-Mis mejores recuerdos son allí, me crié en la escuela hasta los doce años y era como mi jardín. Los domingo íbamos a comer y yo bajaba con un marinero a hacer recados. Mi primer vino lo probé con él y no quise repetir en diez años, fue horrible.

Los nombres propios que hicieron posible la Escuela Naval de Marín

¿Siempre le ha gustado investigar acerca de la historia local?

-A mí siempre me gustó la historia de Pontevedra, pero por tradición familiar soy muy marino: mi familia por parte de padre viene de San Fernando, de la Marina, y tengo un aprecio muy especial a la Escuela Naval. Por deformación, mientras preparaba historias sobre Pontevedra, cada vez que encontraba cosas sobre Marín y particularmente sobre la Escuela Naval, las iba anotando para usarlas posteriormente en alguna investigación. En un momento determinado ví que tenía suficiente material sobre el traslado de San Fernando como para hacer unas crónicas.

¿Por qué han elegido “La obra faraónica de la ENM” y “El cambio social que trajo la llegada de la Armada a Marín” para este volumen?

-Para mi gusto, estas crónicas son modélicas. Para mi la crónica ideal es la que combina el documento con el testimonio de personas que lo hayan vivido, y yo tenía archivo de los ayuntamientos de Marín y Pontevedra y testimonios, sobre todo de Amancio Landín, que fue uno de los mejores historiadores de la Armada y vivió mucho tiempo allí.

¿Puede aportar algún otro nombre clave para la historia de esta institución marinense?

-La persona clave es el ferrolano Salvador Moreno, que fue el jefe que más tiempo estuvo en el Polígono de Tiro “Jaime Janer” de Marín, una base naval con un campo de tiro que fue el antecedente de la Escuela. Aquí hizo muchas amistades y se marchó cuando lo ascendieron con un enorme cariño a la villa. En plena Guerra Civil, en el cuartel de Burgos, Francisco Franco le encargó la construcción de una nueva Escuela Militar, que estoy seguro de que en ese mismo momento pensó en Marín. Geográficamente tiene mucho sentido que esté ahí situada, y además ya había ese precedente del Polígono de Tiro.

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