"La batería de saludos del Arsenal de Cartagena y sus añorados cañonazos"

 "La batería de saludos del Arsenal de Cartagena y sus añorados cañonazos"


Diego Quevedo Carmona, AN (R)

Cuando finalizó la Guerra Civil española, el Arsenal de Cartagena se sometió a una serie de obras y reparaciones, ya que sus instalaciones habían quedado bastante maltrechas a resultas de los intensos bombardeos aéreos habida cuenta de que hasta los últimos compases de la contienda había sido el baluarte de la flota republicana y por tanto había sido durante esos largos tres años, objetivo prioritario de la aviación del llamado bando nacional.

Entre las reformas a las que se sometió el Arsenal a partir de 1940, y que habrían de durar varios años, se contempló el colocar una "batería de saludos", constituyéndose una formada por tres cañones de tiro rápido Maxim-Nordelfent modelo Mark-I de calibre 57 m/m, unas piezas que habían sido fabricadas en Placencia de las Armas (Guipúzcoa) en 1890 y que estuvieron montadas a bordo del desdichado crucero "Lepanto" del cual eran procedentes tras su desarme unos años antes en Cartagena, donde había sido construído.

La citada batería, se situó primeramente en la parte sur de la bocana de acceso al Arsenal, en la esquina de lo que hoy es el llamado "muelle de armamento" de la Empresa Navantia, todo sobre una plataforma metálica elevada que significaba ser una magnífica atalaya a cuya parte superior se accedía por una escala procedente de un buque de desguace, y desde la cual los fotógrafos con acceso autorizado obtenían unas inmejorables tomas de los buques que entraban o salían del Arsenal. Para el montaje de dicha plataforma, colaboraría la "Grúa Sansón", que se ocupó de colocar en su sitio las diferentes piezas que componían el pequeño puzle, corriendo el mes de junio de 1947.

Diversas reformas en  la "Bazán" cartagenera, aconsejarían años después que todo ese conjunto fuese desmontado y trasladado justamente enfrente, en lo que hoy son las instalaciones de los Prácticos militares, así como del personal del Tren Naval y el lugar de atraque de las embarcaciones que tienen a su cargo, empujadoras, remolcadores, petroleras, etc.

Ese traslado supondría la eliminación de las tres piezas originales, ya muy antigus y con problemas de repuesto de materiales, para ser sustituídas por otras tres de calibre 37 m/m, unos cañones antiaéreos "Reinmental Borsig" de diseño alemán, "navalizados" bajo licencia en la fábrica de armas del Arsenal de La Carraca, Cádiz, a mediados de la década de los años 50 del s. XX.

Las misiones de esa batería de saludos, desde el mismo momento de quedar instalada, y cuya existencia suele ser habitual en puertos militares como Cartagena, era corresponder con el llamado "saludo al cañón" a los buques de guerra extranjeros que hacen lo propio al entrar en puerto, costumbre que si bien hasta los años del último cuarto del pasado siglo XX era algo habitual, hoy día es una tradición (una más) prácticamente desaparecida. Igualmente, cuando el Arsenal es visitado por S.M. el Rey, la batería es usada para dar las correspondientes salvas de ordenanza que manda el reglamento, siendo una de las pocas "misiones" que aún persisten para ella, porque había otra, también desaparecida hace unos años, que consistía en dar tres cañonazos diarios, que al escucharse prácticamente en toda Cartagena, (sobre todo en la parte antigua) en cierto modo marcaban el ritmo de la ciudad.

Así, a las 8 en punto de la mañana, y coincidiendo con el último pitido de los sonidos de las "señales horarias" que emitía Radio Nacional de España, referencia de "obligado cumplimiento", un salva alertaba a la población de que empezaba oficialmente la jornada militar, procediéndose al izado de la bandera en todos los buques y dependencias, incluído el propio Arsenal.

Cuatro horas más tarde, a las 12 en punto de mediodía, (de nuevo con la precisión que daban las señales horarias de RNE), se volvía a disparar una salva, quedando la tercera y última para el momento del ocaso, que era variable. Así, era común ver al ciudadano de a pié por ejemplo, cuando se daban los cañonazos de las 8 y de las 12, echar un vistazo a su reloj para "reajustarlo" por si lo llevaba un poco atrasado o adelantado, algo que era común en los antiguos relojes analógicos "de cuerda", problema que hoy ya no existe, por la precisión que dan los electrónicos. Igualmente, al oírse el del ocaso, ya sabía la población que el sol se acababa de ocultar en Cartagena y que por tanto, aunque aún hubiese claridad suficiente, a partir de ese momento, las "buenas tardes" pasaban a ser "buenas noches".

Hace unos años, ya bien entrado el s. XXI y por una serie de motivos, los tres cañonazos diarios dejaron de ser disparados en el Arsenal, y la ciudad perdió uno más de sus signos de identidad, engrosando la ya larga lista de desaparecidos ejemplos de "comunión" que siempre ha habido entre la vida militar y civil de esa "Cartagena que se nos fue..."

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